La patología constructiva puede hacerse patente nada más finalizar la construcción de un edificio, o “dar la cara” unos años después. Pero, en cualquier caso, estos problemas acaban por afectar a la calidad de vida de los habitantes o usuarios del inmueble.
Como vamos a ver, sus causas pueden ser muy variadas, y es conveniente adoptar medidas preventivas durante la construcción para evitar su aparición. Si aun así estas se hacen presentes, no queda más remedio que abordar la rehabilitación de edificios antiguos o incluso nuevos, a fin de evitar que esa patología acabe causando daños graves.
¿Qué son las patologías constructivas?
Una patología constructiva es una lesión o defecto, un problema constructivo que está presente en la edificación o en alguno o algunos de sus elementos.
Las aparentes se manifiestan a través de “síntomas” que se pueden ver a simple vista, como fisuras o la aparición de humedades. Las ocultas son las más complejas de identificar, porque afectan al edificio, pero no se aprecian externamente.
Las patologías pueden aparecer al poco tiempo de finalizar la construcción, o después de muchos años. Sin embargo, lo más común es que den la cara cuando se producen cambios en las condiciones contextuales.
Por ejemplo, si en un edificio empiezan a aparecer grietas a consecuencia de la realización de una obra en la calle, esto puede ser síntoma de que existe una patología constructiva en la cimentación.
Patologías constructivas más comunes
Grietas y fisuras
Son daños bastante habituales en los edificios. De hecho, las fisuras suelen ser consecuencia del asentamiento del edificio sobre el terreno. Ahora bien, si su número es excesivo, o crecen de manera desmesurada, es momento de empezar a preocuparse.
La principal diferencia entre grietas y fisuras es su tamaño. Las fisuras miden menos de 2 milímetros de grosor, mientras que las grietas superan ese tamaño.
Las fisuras suelen aparecer por efecto de la retracción del mortero, especialmente si en su momento se produjo un secado rápido de los revocos. Aunque también aparecen simplemente por el paso del tiempo.
En el caso de las grietas, requieren mayor atención, porque su origen puede estar en un movimiento de los cimientos del edificio, o en una contracción o dilatación excesiva de la construcción si en su día no se hizo un buen cálculo de la estructura.
Desconchados
El desconchado es una patología constructiva leve, pero muy antiestética. Implica la caída de la pintura o el revoque de la pared, y su razón de ser suele estar relacionada con la presencia de humedad.
Humedades
Es una patología muy complicada de solucionar si no se conocen bien los movimientos o caminos que hace el agua desde una planta superior a una inferior. Acaba por provocar manchas en las paredes y un olor desagradable y, si no se trata correctamente, puede generar moho, que es especialmente nocivo para la salud.
Problemas de alcalinidad
Si en su momento no se dejaron secar bien el hormigón o los cementos frescos antes de pintar, es normal que aparezcan cambios de color o manchas blanquecinas en la fachada que nos avisan de la alcalinidad.
Puentes térmicos
Es un mal aislamiento que provoca una pérdida significativa de energía en el edificio. Puede darse por deterioro de los materiales, pero también por una incorrecta colocación de las ventanas, o por no aplicar suficiente aislante en la fachada.
Causas de una patología en la construcción
Lesiones físicas
Las humedades, las grietas y la erosión aparecen a consecuencia de un proceso que viene marcado por las leyes físicas. De esta forma, si no se han tenido en cuenta los caminos que recorre el agua, es normal que acaben apareciendo humedades.
Lesiones mecánicas
Surgen a consecuencia de una sobrecarga en algunos de los elementos de la edificación. Esta sobrecarga puede ser causada por fuerzas externas o internas, que pueden ser estructurales, de utilización o constructivas.
Estas lesiones mecánicas dan lugar a patologías como grietas y fisuras, desprendimientos, y deformaciones.
Lesiones químicas
Se dan por una reacción química en los materiales empleados en los elementos constructivos. Por acción de los contaminantes del aire, e incluso por la acción de organismos vivos. Por ejemplo, la corrosión, las eflorescencias y la oxidación.
Prevención de las patologías constructivas
Las patologías de la construcción pueden ser más o menos difíciles de solucionar. Por eso, lo mejor es abordar de forma correcta el diseño del edificio y su construcción, para minimizar el riesgo de aparición de las mismas.
Para empezar, se aconseja utilizar materiales de la máxima calidad. Y realizar el proceso de construcción de forma efectiva, sin que la prisa lleve a tomar decisiones que puedan provocar problemas a medio o largo plazo.
En la mayoría de los casos, algo tan sencillo como esperar a que los materiales sequen bien antes de continuar trabajando, sirve para evitar la aparición de problemas tan comunes como las fisuras y las grietas.
Por otro lado, no hay que olvidar que muchas patologías acaban por aparecer porque el edificio no tiene un mantenimiento adecuado.
Todos los edificios necesitan un mantenimiento, pero los que se encuentran ubicados en zonas con mucha humedad requieren todavía más. Una casa en una ciudad en la que llueve mucho debe pasar periódicamente por un mantenimiento de sus sistemas de evacuación del agua, para evitar que se acaben produciendo filtraciones y humedades.
De igual manera, si la vivienda está en una ciudad costera, hay que tomar medidas para que el salitre no acabe afectando a la pintura y los acabados de las paredes.
Algunas patologías constructivas son evitables, otras no. En cualquier caso, si este tipo de problemas se manifiestan, lo mejor es actuar frente a ellos lo antes posible. Hay defectos que, cuanto más tiempo se dejen sin tratar, más graves se vuelven.
Una patología constructiva puede acabar teniendo consecuencias graves para la vivienda y sus habitantes, así que no es algo que se deba pasar por alto. Si necesitas ayuda con la rehabilitación de tu casa, puedes ponerte en contacto con nosotros.